Pesadillas
Par de
niños de la caravana -perdidos por azar y cautivos entre los pastos- esconden
sus cabezas frente al Miedo Blanco, a unos cuantos pasos del monte. Sin
mediación alguna, sin haber sentido siquiera el jadeo vibrante del cuerpo en
otro cuerpo, la piedra dura de lo inhóspito les hace conocer allí, en la enorme
extensión parda, la interminable sombra del pavor.
© Carlos Battilana
...la interminable sombra del pavor. Verdaderamente sentí miedo por esos niños. Y aquel miedo ancestral de mi yo niña. Me gustó mucho tu prosa poética, Carlos.
ResponderEliminarMaravilloso, Carlos!
ResponderEliminarHermoso. Y contundente.
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