VI: EL
ABUELO ISIDRO
Llevaba a
mi papá niño a buscar sunchos
para el
cerco del gallinero y malva rosada
para
curarse las tripas y en el camino
contaba
historias de los hornos de ladrillos
de bosta y
barro que se convertían en casas
y a mi papá
niño le parecía magia
que él no
fuera su abuelo pero había
criado a su
tata Enrique, entonces era igual
de abuelo
que otro, a veces se machaba
y el diablo
del vino le hacía golpear a piñas
las paredes
de adobe y a la abuela Libertad.
Esas
noches, mi papa niño, tenía pesadillas
con un
horno de ladrillos donde el diablo
cocinaba
hombres de bosta y barro.
© Ohuanta Salazar
Gracias Gus
ResponderEliminarMuy fuerte tu poema, bello.
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet
realismo puro. muy bello
ResponderEliminarEse horno de ladrillo de bosta y barro... Tan real aparece
ResponderEliminarY esas pesadillas con el diablo.
Lo mágico y lo real dándose la mano, cómo en la vida misma.
Mmuy lograda comparaciones!
ResponderEliminarHermoso y conmovedor!
ResponderEliminarPoema con perfume a morriñas. Bello.
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