PARALIZADO
Tener miedo
esconderse
el miedo no
se va
Todos los
días escuchar los gritos
Debajo de
la cama
taparse los
oídos con las manos
para no oír
los golpes
La cabeza
contra la pared
La cabeza
contra la pared
Y allí
paralizado sin poder reaccionar
Quietito
A ver si
terminaba igual que ella
inmóvil
con el
líquido rojo
que salía
de su cuerpo
Y quietito
ahí
debajo de
la cama
Ahora ya
sin madre
que intente
defenderlo
© Irene Marks
Contundente!!
ResponderEliminarGracias por compartir!
Tere Vaccaro
¡Desgarrador! Las víctimas casi invisibles de este flagelo que no cesa. El dolor de los chicos duele dos veces, o tres, o mil.
ResponderEliminarayy ¡ cóo se siente! profundísimo! susana zazzetti
ResponderEliminarTREMENDO!
ResponderEliminarTremendo!!
ResponderEliminarConmovedora denuncia querida Irene
ResponderEliminarClamor de una voz que tantas veces emerge de un silencio cómplice, caracterizado por la violencia, signo del momento crítico y de otros factores que la incrementan.
Gran poema. Felicitaciones.
Elisa Dejistani
Conmovedora denuncia querida Irene
ResponderEliminarClamor de una voz que tantas veces emerge de un silencio cómplice, caracterizado por la violencia, signo del momento crítico y de otros factores que la incrementan.
Gran poema. Felicitaciones.
Elisa Dejistani
Terrible conmoción, que justamente acude como sangre a la herida; nada más preciso.
ResponderEliminarJavier Rodríguez (L. Vinci)