COPLA TRISTE
La copla que no te hice
Nunca en vida camarada,
Aunque ya no valga nada,
Ahora empieza a escribirse:
Ay, yo quisiera que el tiempo
se pudiera desandar
para advertirle a mi hermano
lo que le iba a pasar.
Luchando a contracorriente
del tiempo como el salmón
yo quisiera devolverme
y gritarle entre el rumor,
que detuviera sus pasos
ante el abismo ignorado,
y tenerle entre nosotros
con sus hijos bienamados,
con su mujer, y los otros
hermanitos y allegados;
qué era familiar el hombre,
alegre, sencillo y bueno
como el pan, un hombre noble,
de esos que se dan de lleno.
Aún me parece imposible
que se haya ido, dejándonos
consternados, sin alivio
con esta pena en los labios.
Hermano mío, te canto
afónico de llorar
tu partida, desolado
¡Sé bien que no volverás!
Sólo el tiempo que te trajo
Y te llevó inoportuno,
Sabrá calmar mi lamento
Y volver a reunirnos.
Hermano del alma, mío
No entiendo por qué te has ido
Si te queríamos tanto…
Si haces tanta falta, amigo.
Sé que el tiempo sonreído
De nuestra historia común
Se quedará en mi recuerdo,
-Y en los vuelos del zunzún-
Que aquel que amamos no parte,
habita nuestra palabra
Hasta cuando … ya se sabe:
Nos toca la propia sombra.
Es sólo que ahora nos duele
Su ausencia y su “mala leche”
De alejarse sin aviso
Aunque no sea porque quiso.
Morir no es nada, me digo
Se muere aquel que está vivo,
Pero por qué hermano mío;
Por qué tú, triste, recito.
Somos sombras en la escena
Del mundo, por un momento,
Que hacen su acto y se esfuman
Como cenizas al viento.
Tal vez si no hubieras sido
Así de entrañable y tierno
Como fuiste hermano lindo,
No te nos hubieras muerto
…tan
temprano!
Envío
Extiendo este abrazo inútil
Como en un gesto mecánico
Hacia la tierra que estéril
ahora cubre a mi hermano.
© Walter Mondragón
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