Como su abuelo
llevaba el nombre
de un príncipe italiano
y
los ojos grises
tristes
de esa abuela catalana
que corrió de la cocina
hacia los patios
a mirar
por primera vez
un avión que surcaba el cielo
entre las nubes
y se trizó la pierna
y murió casi niña.
Vaya a saber de quiénes provenían
su timidez extrema
su estarse para adentro
su silencio.
Yo fui el necesario contrapeso
en mínimas cuestiones
de la sobrevivencia.
Así anduvimos
tendiéndonos las manos
por todo el tiempo
que duró su vida.
© Estela Smania
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