Caracola
cuando termina el día me
sacudo el desierto
como un perro mojado sin
otro dueño más que
mi propia hambre
acomodo el lomo contra la noche y
poco a poco vuelvo a
ser caracola alada
me rodea un charquito de nácar
un mar reversible
para el silencio.
© Andrea Lípari
ResponderEliminarLindo poema. Gracias
Qué poema prístino, convergen la suavidad y esa liviandad frente al "hambre propio". Me encantó.
ResponderEliminarExcelente poema, Andrea, felicitaciones!!
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