Yo y mis zapatos
Mis manos
Mis dos manos sin nombre
y mi espada de señales
Yo y las pestañas que traspasan el destino
y la marea
Y el silencio
Y la boca que predica y sentencia
Y ésta soledad igual a la tuya
Y mis canas
mis ganas y el milagro eterno de creerme
inmortal
Y así se descubre cada uno como más le
conviene
Como más me conviene.
© Rubén Capodaqua
GRACIAS GUSTAVO!! POR TU TRABAJO !!
ResponderEliminarAsí es. Abrazo amigo.
ResponderEliminarY así nos descubre la poesía, Rubén...abrazo
ResponderEliminarGracias por compartir tu poema.
ResponderEliminarMuy buen verso final
Ana Romano.