Pena
La mañana plural de pajaritos
embiste con melodías el silencio
un racimo de rayos
atraviesan la hendija
pero hoy no me importa.
Sé que no hay nada diferente
en estos días repetidos.
Interminables horas se suceden
da igual si grita la tormenta
o la sutil caricia del viento.
El cansancio me arropa en su entraña
no
me defiendo, no hay piedras
solo arenas que ruedan
dunas y más dunas que lo cubren todo
y apagan el corazón del fuego.
Me ovillo en el centro de la cama
solo la memoria fetal
Calma el tormento.
© Gladis Domínguez
Muy bueno. En los últimos tres versos tu ser se cobija y redime. Ilustración precisa de Gustavo. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarGracias Alfredo
Eliminarlos días de encierro nos lleva al centro de la cama y a la memoria fetal a buscar calma. Muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo Graciela Barbero
Así es Graciela, la memoria fetal nos cobija.
EliminarGracias por el comentario
Hola Gladis: un poema donde magistralmente expresaste un momento límite, una caída total en la energía vital por un golpe terrible. Dolorosísimo y excelente Irene Marks
ResponderEliminarHay Días...
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Abrazo