Hay una canción, tú la sabes, que duerme a las niñas que hay en ti. Una canción que comienza en el último recodo del camino, que no es camino, antes de las alambradas y las puertas de madera. Una canción que continúa en el silencio de la tierra mojada y que se canta con los pies, con los zapatos de madera y con las vendas y los papeles de periódico con noticias perdidas en el desaguadero de la nieve. Una canción que se extiende por la lluvia y el hielo de las cocinas, por las ramas de los árboles que ves siempre, por sus hojas que caen en el suelo de la memoria y se alzan hacia el cielo donde la ceniza se hace nube y sigue lloviendo aunque los años pasen, aunque todos los cadáveres se hayan ya descompuesto en los barrancos del olvido. Una canción que sigue cantándose, tú lo sabes, en los ojos de los mirlos que llegan ahora a la casa donde habitas y cantas.
© Luis Luna
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