Diciembre y en plena siesta
con un balde de lata, íbamos al monte
a buscar, para el pesebre, el musgo
que crece
en la penumbra
Y una luna redonda pintada sobre un pino
que sólo vive en mi memoria.
Era Diciembre
y el aroma
dulce del pan recién horneado
navegaba en la casa.
Era entonces una época mágica
cuando los reyes eran magos
y frente a un niño pobre, se arrodillaban.
© Leonor Mauvecin
Tierno, dulce y memorioso, querida Leo!!
ResponderEliminarSusana Giraudo
Bellísimo poema, Leonor, me llevó a la infancia!
ResponderEliminarNostálgico y bien escrito
ResponderEliminarBello tu poema Leonor, que nos lleva a nuestra infancia. Abrazo. Cecilia Glanzmann
ResponderEliminarDiciembre nos trae recuerdos de infancia. Bello.
ResponderEliminarUn abrazo Graciela Barbero
Hermoso Leonor, inevitable volver a la niñez, recrearla. Gracias. Marta Comelli
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