EN UNA CASA DE LUTO,
en un desierto. En
un país en guerra,
ha sonado otra vez
la hora de los asesinos.
Emboscados a la luz del
día, con permiso de
muerte, volvieron.
No se fueron nunca.
Dejan un reguero
de sangre en el circo
de la tierra
que se avergüenza.
Huele a muerte
que será redimida,
con dolor y de pie.
Atrasa la hora. Ya
vienen. Ya estuvieron.
Se irán. Que no
se vaya nadie esta vez.
© Hugo Echagüe
muy a pesar de la realidad terrible que describe, este poema tiene una estructura poética muy lograda que hace que nos duela.
ResponderEliminarGracias,
walter Mondragón