Septiembre
El poema decía que el cambio de estación
entibiaría el aire.
Debe ser cierto, porque el gato de enfrente
viene temprano a chuparse una
astilla de luz en la esquina del patio.
Yo tengo tiempo para mirar
al gato que se lame la punta de la pata
y se da vuelta cada tanto en este
cuadradito del vidrio
que me revela cosas inasibles.
De ser verdad,
si el gato vuelve mañana y repite el ritual
de estirarse
para que yo lo mire,
pronto estaré cambiando la lana en el
placard
por vestidos floreados y sandalias.
En Buenos Aires a estas horas
a uno también le dan ganas de asolearse
como si aquí no hubiese sido necesario
salir
a preguntar, que digan qué le hicieron
y
todo fuese mudar a los estantes altos ropa de abrigo,
como si se pudiese poner un pibe al sol
y revivirlo y decirle a la madre
aquí lo tiene, señora,
no estaba muerto:
sólo esperaba que fuese primavera
para cruzar el río.
© Estela Zanlungo
Muy bueno. Hermoso final.
ResponderEliminarExtraordinario poema, Estela, con la sensibilidad comprometida con el Otro!! Felicitaciones, abrazos!!
ResponderEliminarGracias por la difusión, Gustavo!
ResponderEliminarCoincido con Noemí, tremendo poema que parte del interior para proyectar el dolor social...
ResponderEliminar