Están sus recorridos y su prisa
las amigas vivas y las muertas
como ella
están los floristas y los ramitos azules
un perfume a limpia pisos
que salta desde una ventana
abierta
y me conmueve.
Odio esta ciudad
donde nací una noche de tormenta.
No me gusta pasar por la vereda
donde ella arrastraba la pisada
no quiero ir
al encuentro seguro
de su muerte en imágenes
de su risa tremenda
de su soledad aceptada
ni de los viajes que no hicimos.
Mi madre aún
habita la ciudad
y no quiero volver a cruzarla
en las esquinas.
© Alejandra Bosch
Buenísimo, Alejandra. Tu poema estremece.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo, Alejandra, bajo tu poema de presencias y ausencias,
ResponderEliminarCatalina Boccardo
Sutil, tierna, nostálgica, tus palabras siempre rozan la belleza del buen decir en el poema. Alfredo Lemon desde Córdoba
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