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31/10/20

Texto de María Rosa Lojo

  


EL OLOR DEL CIELO 

Un día por año, durante una hora, es posible abrir la puerta del Cielo. El único requisito es estar atento para percibir el resplandor muy leve que dibuja en la pared de enfrente los contornos delicados y precisos de una puerta. 

Hay que empujarla con las dos manos y apoyar después todo el cuerpo, suavemente. Se sabe que uno ha entrado sólo por el olor del Cielo, que es peculiar e inolvidable y no se parece a ninguno de los olores de la Tierra, ni siquiera al jazmín del Cabo o a la algalia, o al clavel suntuoso o a las rosas de Cádiz, o al almizcle.

No es posible recordar nada más porque el olor del Cielo marea y desmaya, confunde y oblitera todos los otros sentidos. Nadie puede relatar, por tanto, su visita al Cielo porque su único recuerdo es un olor, y éste es indescriptible, e imperceptible para todos los demás seres humanos. Pero sí puede presentar la prueba, porque detrás del visitante se alinean los gatos y olfatean con adoración al que regresa del Cielo y maúllan, despechados, a la Luna que nunca baja, que siempre está demasiado lejos para olerla.

 

© María Rosa Lojo

6 comentarios:

  1. Excelente y sutil composición María Rosa. Siempre tu voz delicada delineando como en puntas de pie la belleza. Abrazo grande desde Córdoba Alfredo Lemon

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  2. Original ! Me gustaría sea realidad!

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  3. Hermoso texto, lleno de recóndita poesía.

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  4. Hermoso texto, muy creativo, un placer leerlo!!

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  5. Me encantó este texto, con sabor a cuento de la abuela, lleno de poesía y candor. Un abrazo. Adriana «Dirbi» Maggio

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