CALLES
Las
calles suelen terminar. Un amigo dice que en bares, otro en una casa de
intermitente luz roja, un tercero en un tala que viene de la infancia.
Convengamos que los lugares donde las calles terminan pueden ser infinitos, o
casi. A la sombra del paraíso estiro las piernas y sofocado tomo el áspero y
putrefacto aire que pareciera llegar del norte, trato de darme impulso, y
seguir caminando, al sur.
© José María Pallaoro
El amigo del texto es Jorge Rivelli. Va este pequeño homenaje, en su memoria, gracias por todo lo vivido, amigo.
ResponderEliminarTu camino, tu calle, tu homenaje, termina en este caso José María, en el atisbo luminoso de la belleza. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarGracias Alfredo por tu generoso comentario. Desde City Bell, mi abrazo inmenso, jm
ResponderEliminar