Sobran los movimientos
sombríos de las aves,
si se reflejan en los párpados fríos
de la madre tierra;
sobran las pruebas del fenómeno
de
aterrizaje
cuando escuchas la historia
en los ojos
de peludos
y supersticiosos animales,
que vuelven a la noche
entre oscuras zancadas.
Sobra ese vals de celuloide
para arrasar el bosque,
si a nadie le importa
que bailemos sobre los escombros
humeantes
o que el caligrama de los pájaros
complete mi mano en tu cintura;
sobra, si una garza, sin sombras
nos mira con los ojos azorados
desde la otra orilla,
sin poder decirnos
una sola palabra de consuelo,
aunque en nuestras Islas
pasen y pasen las estaciones
los años.
© Ariel Ovando
Maravilloso el mundo y nosotros apenas una vida entre vidas múltiples.
ResponderEliminarOh Dios.
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