Me acerco para darte un beso. Tu barba es un nido que recibe mis labios como las ramas secas hacen con los gorriones. El beso no hace ruido, es parecido a un secreto que se guarda para siempre.
Te acompaño mientras esperamos al cirujano.
En la habitación hay un olor dulce y los rayos del sol atraviesan los vidrios
de las ventanas. Afuera es de día otra vez. En la clínica nadie ventila los
cuartos, o al menos no vi que lo hicieran desde que llegamos. El aire circula
por tubos adentro de las paredes y sale por rejillas incrustadas en el
cielorraso. Te miro tapado con una frazada de polar azul. La sonda con escamas
de sangre sobre la piel seca de la mano izquierda, la barba canosa y muy suave,
los párpados aceitados por lagañas. Llevás un monstruo en el estómago que
saltará en cualquier momento a tu garganta. No vas a gritar porque siempre
fuiste un niño sumiso. También reconozco que sos un lugar común, un padre
serio, un padre rígido. Te destapo. Algo se desarma debajo del polar azul.
Músculos, piel, huesos. Veo las hilachas de flaccidez. Vomitás de nuevo,
escupís sopa de anoche, flemas. La dentadura postiza cae, irreversible, en la
palangana.
© Verónica Pérez Arango
Bienvenida Vero a este sitio que pretende difundir a poetas contemporáneas, abz enorme, Gus.
ResponderEliminarBienvenida Verónica. En esta instancia nos entregas dos poemas conmovedores, nacidos del dolor pero muy bien escritos desde el corazón más puro del amor. Acompaño tu palabra y tu sentir. Alfredo Lemon
ResponderEliminarBienvenida! Duelen los versos, pero la poesía es una realidad.
ResponderEliminarEn las tripas....
ResponderEliminarImpactantes desde el dolor tanta belleza, un placer leerte, Irene.
ResponderEliminarAy, Vero!
ResponderEliminarPaisaje de hospital: la mirada perpleja y lúcida frente a la enfermedad de un ser querido que se deshace. Abrazo grande. Inés Legarreta.
ResponderEliminarBienvenida Verónica doloroso poema sobre una realidad.
ResponderEliminarAbrazo
Ana Romano.