Parking
Detenida
en el tumulto de cuerpos ambulantes
no hago más que desovar en cada hueco
un mudo que crece demasiado rápido
y me enfrenta
con
ojos como puños.
Un maldito ejército de salvación
sin
piernas
prisionero en el cadáver de otro.
A veces no hay nada que salvar
me
digo
uno sencillamente se deja caer en la cuneta
o en
la cama, da igual.
La boca apenas una válvula fallada
contra la charca ácida de lluvia y gasolina
que avanza
desierto adentro
abriéndose paso entre las vísceras
preñando soledades y pariendo un tráfago
de mutilados en sordina.
Arriba
algunas noches
otra boca se abre como un fokker
calculando el blanco
pero por más que le rogamos
no
nos traga.
Se limita a mascullar lo suficientemente
bajo
como para que mi prole y yo creamos
por
un instante
que alguien, algo, vendrá a decirnos basta.
No sé
-cuando uno aparca
se tiene mucho tiempo para pensar-
tal vez
es
ella
la
que pide ser salvada
de nuestra inevitable
detonación.
© Marcela Rosales
Fuerte y profundo tu poema Marcela!!
ResponderEliminarBellísimo.
Me dejo estremecida tu poema tan descriptivo en imagenes abstractas, muy buena aplicacion del verso
ResponderEliminarPatricia Corrales