CANÍBALES
Era la guerra por el mundo, que todavía no
era.
En el éxtasis de su furor o en la idiotez
de su indolencia, los titanes despedazaron a Dionisos. repartieron su carne,
comieron de él.
Enceguecido por la ira, el padre Zeus vengó
el sacrificio de su hijo. Un rayo fulminó a las bestias.
De sus cenizas, impregnadas de lo aberrante
y lo divino, nacieron los hombres.
Es la guerra que es, y no se dice.
Ajenos a la desolación y a la vergüenza,
diez chicos juegan en la cancha por la que pasan otros diez, persiguiéndose a
balazos.
Unos y otros se parecen. A veces, incluso,
son los mismos.
¿Quiénes son los titanes, aquí? ¿Quién es
Dionisos? ¿Quién es Zeus?
Enceguecidos por el miedo, los hijos salen
cada noche a vengar el sacrificio de sus padres. O a negarlo.
Todo lo gobierna el rayo* . Y el rayo quema.
Pero de estas cenizas, impregnadas de la
denigración y la desidia, no nacen hombres; nacemos bestias.
*Aforismo de HERÁCLITO, que HEIDEGGER hizo grabar en un dintel de su
cabaña de Todtnauberg
© Osvaldo Burgos
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