Me resisto a creer que llueve y nada más,
a creer que la lluvia es un rasguido en la
inocencia.
Me resisto a confiar en el agua,
a bendecirme en el agua, a arrojar la
maleza en la corriente.
El último grano de la expiación infinita se
ha escurrido
por la secreta, ínfima,
única gotera
de este universo que jamás tuvo ventanas.
© Sebastián Olaso
Muy hermoso.
ResponderEliminarMaravilloso poema!
ResponderEliminarHermoso poema: esos momentos de terrible lucidez en los que ni el agua.
ResponderEliminarVerónica M. Capellino
Tan hermoso!
ResponderEliminarTan hermoso!
ResponderEliminarTan bello, Seba! Esa inocencia de poeta, bella. Abrazo
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