"No son todas las noches,
la noche, Meiga"
Hay tormenta,
las paredes miedan
este cuarto decorado
por el estallido de luz
que cuelga sobre mi insomnio.
Hay tormenta, Meiga,
y nada más para escribir.
Vos dijiste que luego
de La Ilíada y La Odisea, nada,
y yo te creo.
Hay tormenta, Meiga,
no hay trinchera
que proteja mi cuerpo
del fuego de trinchera,
yo te creo y no puedo
esconderme tras las palabras.
Tal vez mañana, Meiga,
despierte bajo tus alas
y hayan sido solo salvas,
una mala jugada
del hastío al acecho,
de tu ausente presencia.
En esta noche y en esta tormenta,
Meiga,
lo cotidiano del desencuentro
de las vidas oxidadas por la rutina,
del aburrimiento del placer,
de la estupidez humana.
Tal vez sea por eso que me gusta estar de
viaje,
para saber qué se siente, papá:
al irse,
pues de eso se trató,
¡de ir-te!
Me gustaría saber que pensaban tus cinco
años cuando subiste al gigante con ancla.
Me gustaría saber qué piensan ahora tus
noventa océanos,
si valió la pena tanta barba de espuma.
O mejor no pensar.
Para qué pensar si la vida te embarcó a
empujones,
qué podían hacer tus cinco años contra
tanta bravura.
Tal vez sea por eso que me gusta andar de
viaje,
y me sienta en toda patria un extranjero
igual que vos,
papá.
© Osvaldo Víctor
Fernández
Gracias infinitas Gus por la publicación.
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