PARA ESCRIBIR EL POEMA
The poem
is complex and the place made
in our lives
for the poem.
W.C.Williams
1
Esta es la
ley callada:
por más que
escandalice,
la verdad
interior
–que traba
la lengua y anda su túnel
resistiendo
a sí misma–
debe ser
descubierta.
Eso no daña
el prestigio
del corazón
multiforme,
que debe
insistir
y ser
escuchado aun como culpa,
omisión,
error,
miedo, memoria
o sed
inconfesa del cuerpo:
la historia
de combustiones
siempre
acorraladas.
De lo
contrario sólo se alumbran
fenómenos
de oficio,
ningún
animal completo.
Esas
reticencias glaciales
consumen su
invalidez, y su sanción
es muerte
verdadera.
2
Sin lo vivo
no hay poema.
Un hombre
bajo hechizo
registrando
una revelación personal.
Esa es la
ley de lo creado
infinitamente
repetida:
cuerpos
engarzados en los viajes
de la
savia, de la luz,
filtrando
violencia y acidia
en las
crisis graduales de la carne
no humana
del mundo natural.
Amándolas,
sin alegorías,
serán parte
de maderas, de flores,
unidos en
los cambios
y en el
renacimiento, en los ciclos
de
silenciosas convulsiones.
Nunca la
vida pequeña
será
suficientemente expandida.
3
Con
escrúpulos no hay poema.
Cuando la
realidad cuestionada
se retire,
lo ambiguo crecerá
en el
exceso de conciencia,
sin
discreción, aceptándose a sí mismo.
Mientras el
mundo se disipa
y aun
inclinados a lo juicioso,
retengan:
lo fantástico se ajusta
por la
razón; el gobierno
combinatorio
de lo mágico se ejerce
puertas
adentro.
Lo que
merezcan
y lo que
alcancen no serán tormentos:
la
humillación del oficio siempre guarda
un rédito
solemne.
En la pelea
con la
palabra inhábil, partes
del corazón
y la verdad se pierden;
la
imprecisión del espíritu
será
imprecisión en la palabra.
Sin
artificio no hay poema.
Puntas del
Campanero.
Minas,
Uruguay, 1993.
Centón,
1997.
© Rodolfo Godino
Genealogía
Tengo una
foto del casamiento de mis padres,
él con
traje oscuro y el pelo peinado a la gomina. Ella
de
trajecito claro y una boina (con un moño grande, a cuadros),
la sonrisa
perfecta, los ojos bajos, una cartera pequeña
en una mano
(la otra mano enlazada a la mano de mi padre).
Con los
ojos renegridos y las cejas grandes, a él parecen
molestarle
los reflejos del sol en esa tarde. Sé que es abril,
que están
frente a la plaza, la sombra de sus cuerpos
se estira
en el mosaico, hacia la tapia.
Ella lleva
debajo una blusa blanca. Antes
de esa
tarde, vendió una cadena de oro de su abuela
para
hacerse el anillo de bodas. Si te gusta el oro,
no soy hombre para vos, dijo mi padre.
Antes, mi
padre le dio un echarpe de su madre, de color azul
y grana. Si nos dejamos lo quiero de regreso,
es un recuerdo
de la madre
de mi madre.
Antes, un
hombre golpeó la puerta de la casa de mi abuela,
allá en el
pueblo, buscando a una amiga de su madre
y se
encontró con mi madre.
Antes, ese
hombre que venía de otro mundo,
le pidió a
mi madre que fuera a la ciudad para conocerla
pero mi
madre le dijo que una buena chica no se movía
de su casa.
Antes mi
madre juró y juró que no se casaría con nadie.
Era hermosa
como una potranca en la llanura y enseñaba
a leer con
un peinado de trenzas recogidas.
Antes su
madre se inclinó a fregar junto al arroyo
para
alimentar a los hijos y al marido, y antes de eso
se le
enfermó el marido. Era un hombre flaco como un pájaro
que no
podía oler la sopa de porotos, ni la flor del paraíso,
ni el heno
que enfardaba ni las hojas satinadas
de los
plátanos. Íbamos a verlos los domingos, mi madre
nos
llevaba; hablaban piamontés en una casa oscura,
con piso de
ladrillos y un patio con glicinas.
Antes los
padres de mi madre emparvaban alfa
en Campo
Yucat y antes la madre de mi madre
tuvo a su
primer hijo cuando era apenas una niña.
Antes, su
madre casó a la hija casi niña con un hombre
bueno, el
más bueno que encontré, decía,
sin
preguntarle a esa niña nada.
Antes la
madre de la madre de mi madre viajó con su hija
pequeña en
la bodega de un barco y después atravesó los campos
como una
peregrina, detrás de una máquina de trilla;
y antes
escapó de su pueblo con su hija, para que no la casaran
con un
hermano del marido.
Antes, en
un lugar llamado Casas Viejas, se le murió el marido
y ella se
ató un cilicio en la cintura. Cuando yo era niña,
aún vivía,
aferrada a un misal y un relicario con pelos
de Santa
Cecilia. Era poco agraciada la madre de mi abuela,
la cara
angulosa, los ojos hundidos, la boca, pero alguna vez
fue joven y
robusta, un animal para el trabajo
cuando
conoció al marido.
Antes ella
no tuvo padre y juró que, si tenía hijos,
los hijos
tendrían otra vida. Y antes fregó los suelos
de una
iglesia y fregando conoció los libros. Los evangelios,
La Filotea,
La vida de Santa Cecilia (y se escondió en el pecho,
tal vez
robada, esa reliquia, unos pelos de la santa
en una
cajita)
Antes fue
campesina y ayudó a su madre a cuidar dos vacas
que tenían
y antes su madre arrancó raíces
de entre
las piedras, para alimentarla.
Encontré
una foto de esa mujer, una foto borrosa,
amarillenta.
Dijo mi madre que le dijeron
que la sacó
el cura de Casas Viejas. Es la foto de una campesina
joven, ya
con la espalda curva, una mujer muy flaca,
con la
quijada hacia adelante, husmeando como un perro
y los ojos,
ay los ojos, tan despiertos, como una
rata
o una
ardilla, ojos alertas como los de una perdiz
o los de un
tero.
© María Teresa Andruetto
En principio, María Teresa, te doy las gracias por traer a Rodolfo Godino con un poema tan interesante, toda una teoría filosófica hecha verso. Y tu poema Genealogía es maravilloso... no te ha de sorprender que te diga que me ha hecho recordar al Gabo con sus 100 años de soledad... Es un poema extenso que no alcanza, que quisiera seguir leyendo más y más.
ResponderEliminarGrandioso tu poema, María Teresa. Gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderEliminarGodino!!
ResponderEliminarY, tu poema !Grandioso!
Besosss
ResponderEliminarMi querido Godino, el recuerdo se me atraviesa , se mezcla con tus versos, limita mi corazón al placer, al disfrute.
Tere te quieroooo
Lily Chavez
Buen poema del recordado Godino- Y lo tuyo María Teresa, bello, un gusto leerte!!!
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