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13/6/20

Carolina Massola recuerda a Horacio Castillo


  
Elegía

Escucha al canto del ciego amenazado de muerte.
El viento dispersa un pueblo de hojas cifradas
 y sobre la colina, a lo lejos, la hoguera de silencio.
Hay algo corroído aquí, todo huele a humedad
 y agua estancada, a raíces podridas.
Las manos, torpes, recogen los últimos fragmentos:
espíritu, alma, cuerpo, pura tribulación,
y el galope del caballo por la pradera devastada.
Despídete del jardín, despídete del escarabajo
que nada placenteramente a la sombra del nogal,
llora por la suerte de la apática piedra
y pregunta al que queda: tierra o fuego.
Ya no hay lengua bajo el elegíaco sol.
Sólo estertores, aire suficiente para una bocanada
antes de que calle lo que nació para callar.

© Horacio Castillo




Digamos que este señuelo durara cien años:

—Aun si los olivares mienten su sombra soportará todo incendio—

Diré que no lo conozco
que no dialogamos sobre el origen del ánfora,
diré la mentira más piadosa.

Y si lo aparente deambulara sobre nosotros
en una sospecha aberrante transmutaremos lo invisible.

Por un vago intento artificioso
Por beber del abrevadero errante,
por llevarnos algo puro a la boca,
la más blanda y pálida luminaria.

Una mueca en la lumbre, 
un gesto grácil que se abandona para el rastro del ciego.


© Carolina Massola

1 comentario:

  1. Qué bueno recordar a un señor de la poesía y la vida como lo fue Horacio Castillo. Las suyas son palabras que abren puertas a lo insondable del ser que somos, fuimos, seremos. Hablamos muchas veces por teléfono, sobre todo de su último libro "Mandala" porque de verdad yo no lo entendía demasiado. Cuando se lo dije, después me envió una "cartografía" de cómo leerlo y allí sí y con el tiempo, logré vislumbrar una obra genial, un experimento original y totalmente distinto a todo lo escrito en Argentina e incluso a lo que él mismo produjo anteriormente. Respecto a tu poema sin título, Carolina, imágenes y pensamientos se entrelazan y alcanzan destellos de iluminación por su belleza: "Una mueca en la lumbre, un gesto grácil que se abandona para el rastro del ciego". Magníficos! Alfredo Lemon desde Córdoba

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