Elegía
Escucha al
canto del ciego amenazado de muerte.
El viento
dispersa un pueblo de hojas cifradas
y sobre la colina, a lo lejos, la hoguera de
silencio.
Hay algo
corroído aquí, todo huele a humedad
y agua estancada, a raíces podridas.
Las manos,
torpes, recogen los últimos fragmentos:
espíritu,
alma, cuerpo, pura tribulación,
y el galope
del caballo por la pradera devastada.
Despídete
del jardín, despídete del escarabajo
que nada
placenteramente a la sombra del nogal,
llora por
la suerte de la apática piedra
y pregunta
al que queda: tierra o fuego.
Ya no hay
lengua bajo el elegíaco sol.
Sólo
estertores, aire suficiente para una bocanada
antes de
que calle lo que nació para callar.
© Horacio Castillo
—Aun si los
olivares mienten su sombra soportará todo incendio—
Diré que no
lo conozco
que no
dialogamos sobre el origen del ánfora,
diré la
mentira más piadosa.
Y si lo
aparente deambulara sobre nosotros
en una
sospecha aberrante transmutaremos lo invisible.
Por un vago
intento artificioso
Por beber
del abrevadero errante,
por
llevarnos algo puro a la boca,
la más
blanda y pálida luminaria.
Una mueca
en la lumbre,
un gesto
grácil que se abandona para el rastro del ciego.
© Carolina Massola
Qué bueno recordar a un señor de la poesía y la vida como lo fue Horacio Castillo. Las suyas son palabras que abren puertas a lo insondable del ser que somos, fuimos, seremos. Hablamos muchas veces por teléfono, sobre todo de su último libro "Mandala" porque de verdad yo no lo entendía demasiado. Cuando se lo dije, después me envió una "cartografía" de cómo leerlo y allí sí y con el tiempo, logré vislumbrar una obra genial, un experimento original y totalmente distinto a todo lo escrito en Argentina e incluso a lo que él mismo produjo anteriormente. Respecto a tu poema sin título, Carolina, imágenes y pensamientos se entrelazan y alcanzan destellos de iluminación por su belleza: "Una mueca en la lumbre, un gesto grácil que se abandona para el rastro del ciego". Magníficos! Alfredo Lemon desde Córdoba
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