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25/5/20

Poema de Marta Comelli





Cuando me volví
hacia él, 
el pájaro ya no estaba. 
Lavé mis manos, el rostro, la boca 
y mantuve frente al espejo 
esa desolada imagen, 
esperando el arrullo que llegara de afuera. 
Con movimientos torpes 
abrí la ventana,  amplia. 
El sol, quieto, voló dentro 
de la habitación como un pájaro amarillo. 
Pensé y pensé frente al hueco de luz. 
Disfrutaba de ese calorcito fiel 
que nos mantiene vivos, 
pidiendo, 
que este tiempo, 
alcanzara… para volver.


© Marta Comelli

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