Las Ramonas
La Ramona
entibiaba agua en la pava grande
llenaba la vieja fuente enlozada
metía mis
manos
era una
caricia de jabón entre las suyas
después con
agua limpia se iban los restos de la espuma.
Buscaba el
frasco de vidrio de la Diadermina
comprada
suelta en la farmacia
entonces
curaba mis manos paspadas de frío
de andar
jugando con tierra en el invierno.
Un ritual
sanador del cariño y la infancia con poca cosa.
Después a
comer,
”- el plato
vacío sino no hay postre”, sentenciaba.
Invierno de
pulóver sobre pulóver para la escuela.
Soñaba
entonces un tiempo de veranos
cuando yo
fuera grande, la vieja pava, ya no haría falta
y todas las
Ramonas del barrio
tendrían
una estufa para ahuyentar heladas
y esa tos
recurrente, y ese invierno tan largo
para el que
no espera nada.
El tiempo
pasa rápido
se ha ido
la infancia, la Ramona, la casa del barrio.
Pienso y me
miro las cansadas manos
dentro de la toalla blanca
© Cristina Ramb
La imagen final me resulta de una grandeza extraordinaria.
ResponderEliminarBravo Cris! Querida y admirada poeta! Salud! por tu bendita sed! Abrazo grande! Alfredo Lemon
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