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24/4/20

Poema de Marizel Estonllo






Acorde 

La hora del sol intenso ha pasado.
Las marinas acunan sus barcos en la  siesta meditada.
Los rincones de la ciudad se llenan de recuerdos
en la memoria siempre nueva de la primavera anhelante.

Tus pasos en la vereda de la infancia.
Las manos temblando debajo de las ropas adolescentes .
Los besos en las calles oscuras de la paralela a la avenida
donde mucho del amor era posible
Y la risa invadía de pudor al rostro  inocente
Toda la dulzura se acumulaba en esos instantes escapados del rigor.

Allí se respiraba la vida que sin duda olía a jazmines frescos y glicinas ,
 Era  encontrada por el olfato ansioso del deseo fuerte
del deseo vestido de entusiasmo
como el brote que inaugura la rama.

Una vida pudo haberse suspendido en el recuerdo de una caricia.
como una necesaria condición
de la escala aprendida en un piano prestado.

Tus ojos vinieron con la mirada de un antílope perdido
Y el tiempo se compactó con el espacio
Y fue ,
la sede del éxtasis,
el cruce de dos calles en la convergencia del amor.

Hoy dos alfiles  atraviesan un tablero de reyes caídos
y la ciudad hace llorar a las horas caminando las tardes muy grises
hasta vaciar viejos sitios de la mente.

Escuchar a Hypnos ,
a sus genios, visitantes en mis noches,
Traen la abundancia en sus mensajes.
En las manos de un artesano,
anticipan un  lenguaje puro,
un preludio liberando  las formas.

Sereno , decisivo,
un acorde suave aproxima en su combinación

La eficacia de  dos notas exclusivas.


© Marizel Estonllo

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