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20/3/20

Poema de Raquel Fernández



SONIA

Andaba por los 17
y era la prima de las vecinas rusas.
Yo tendría 5 o 6 años
y estaba fascinada con su pelo largo y rubio,
sus ojos azules,
su olor a jardín de invierno,
a moneda de nieve.
Parecía estar hecha para el silencio
pero cantaba
y su voz era redonda y profunda
como las notas de un pájaro,
como el llamado de una campana nupcial.
Cantaba
y le daba cuerda a una caja de música que conservo intacta
en mi memoria de infancia:
un molino que giraba sus aspas iluminadas
al compás del “Vals de las flores”,
Tchaikovsky para soñar los sueños de los 5 años,
el privilegio de ser amiga
de la prima de las rusas.

Andaba por los 17
y era tan hermosa
que yo me mordía las lágrimas cuando era ella
la que me desenredaba los rulos
y hundía mi nariz mora en su pelo rubio cada vez que podía:
jardín de invierno, sí,
moneda de nieve,
Snegúrochka.

Sonia, la rusita.
La perdí en alguna mudanza.
Años después supe que se suicidó a los 20,
con el vestido roto
y el aliento borracho de su padre
empotrado en la nuca.


© Raquel Fernández

3 comentarios:

  1. Poema bellísimo y estremecedor. Fuertes contrastes que magnifican el drama. Imágenes muy poéticas y originales. Un besito. Adriana Dirbi Maggio

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  2. Qué buen poema! Qué tierno y a la vez, qué tremendo.
    Gracias, Raquel!

    Un abrazo,

    Alicia Márquez

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  3. Raquel siempre estremecedora. Gracias! Jime Cano

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