Milagritos
Para Diana Vázquez
Es
imprescindible,
de vez en
cuando, al menos,
treparse al
día, encaramarse
en el árbol
azul de la mañana
o en la
rubia estatura de la siesta,
para
divisar la vida,
descubrir
milagros
o
desenterrar prodigios.
Me refiero
a milagros
y prodigios
de entrecasa,
sencillos,
sin destellos, pequeñitos,
de esos que
no ocupan
la portada
de los diarios,
ni los
titulares de la tele,
de esos que
no merecen
cortes de
cinta, discursos ni sermones.
Digo, por
ejemplo,
un niño
vencedor del hambre,
una mujer
rescatada de las bestias,
un hombre
con la risa entera
o un jazmín
en la solapa del soldado.
Estoy
hablando, amigos míos,
de mesas
con pan y vino rojo
y sopas y
pucheros,
de techos
sobre las cabezas de la gente,
de chicos
que lean en voz alta,
de
manantiales de agua pura,
de tierras
feraces,
de molinos
movidos por el viento
y de un
ejército de fuegos cocineros.
Esos son
los milagritos,
los
pequeños prodigios
que trato
de atisbar
de vez en
cuando.
© Daniel Tomás Quintana
y son los milagritos, dany, los que nos dan esperanza. bello poema. bella dedicatoria.susana zazzetti
ResponderEliminarAdemás del contenido -siemprebello-, tus poemas son bailables. Todo el ritmo, la música y el canto.
ResponderEliminarGracias Daniel:
ResponderEliminarLas pequeñas grandes cosas cotidianas!!
Tere Vaccaro.