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15/3/20

Poema de Daniel Arias



Llueve en la ciudad estremecida entre la vida y la muerte,
llego como afluente rodeando su piedra,
su ciclo mineral inmóvil que penetra por las manos
cuando toco su dureza mojada, solo piedra y signo
todo esta aquí, sobre este muro gris cuadrado alto de silencios.
Detrás, el frío a la nada arrastra desprevenidos corazones
al sueño de las ruinas, esa lenta respiración que desgrana uno a uno
los huesos a su intemperie infinita.
Delante, la lluvia arrecia un enero intimo
con una jaula de aguas desconsoladas,
aguas negras que bajan a la tierra y se pierden para siempre.
Camino junto al muro, todo es muro, lluvia, viento,
viaje, silencio, destierro, lo único que existe en la mañana,
todo es piedra, muro,
hasta las máscaras del miedo,
la encrucijada de la esperanza,
el dios bueno de los sueños.

© Daniel Arias

3 comentarios:


  1. Sí Daniel. A veces la lluvia es eso. Es un destierro al fondo de nosotros mismos. Es el silencio de aguas que nos inundan el corazón, y es, por suerte, la posibilidad mágica de contarlo.

    Un abrazo,

    Alicia Márquez

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  2. es un buen poema entre intimista y externo. Me gustó.

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