Dios de
chico era un triángulo y un ojo que aprendí en catecismo / después fue negación
y rebeldía / más tarde pactamos y anduvimos juntos los escalones de la
exploración /
hubo amor y
hubo hijos / hubo un tiempo que fue de fundación de la familia / después se
sucedieron avatares donde dios intervino a reglamento / y de a poco nos fuimos
distanciando cada uno ocupado en su función /
con su
casta rompí sin lamentarme / con él en cambio sostengo algunos duelos que bien
vale sostener a veces /
el tema es
que al lindar con la derrota / el muy astuto un día y sin aviso / se reveló en
tus ojos triangulares / con esa luz que aspiro con vehemencia pero que nunca
conseguí plasmar /
y ahora que
lo veo duplicado cada vez que te miro / brillando como quise que brillara
pintado en mis carpetas / ya no sé si llamarlo por su nombre / o seguirte
gorrión porque en tu risa lo veo y lo comprendo
© Claudio Portiglia
DIOS, Dios mío, muchos contemplándonos en este avatar pulcra vida de los que caminamos el mundo, un texto perfecto, con algo de misterio y aún iluminando. un abrazo, marta comelli
ResponderEliminar"Los dones entregados por los dioses" en la risa del gorrión.
ResponderEliminarInteresante disertación sobre un tema, que a veces, nos complica la vida.