Si a
mediodía él dice que es de noche
usted le dirá
“mira, las estrellas”.
Joanne
Harris
Sigue
cayendo esta lluvia radical
que parece
una matraca.
Repiquetea
contra el broderie de zinc,
sacude los
postigos,
deja el
aire en relieve
y nos
mantiene prisioneros
de este
ruido triste y repetitivo,
señales de un
código olvidado.
El viento
imprime su loco grafito
a lo largo
de la cuadra.
Un plástico
cubre mis libros:
es un
párpado que guiña
sobre la
tumba abierta,
toda la
casa ondeando contra los fantasmas,
contra la
corriente amarga
que huele a
arrepentimiento y a incienso.
La casa
inquieta se retuerce y agita,
el suelo
cruje y ni el balde con lavanda y bicarbonato
ahuyenta
las culpas que susurran
que ya es
tarde y casi llega el invierno,
que sólo
quedan las babas tejidas entre
las palabras
y el silencio.
Todos
necesitamos confiar en alguien,
en algo.
Volcar las confesiones fuera de misa
pero, ¿a
quién dirigirnos? ¿Quién hay ahí
que pueda
escuchar?
Si sólo
fuera mi casa una valija
podría
permitirme la deriva,
marcar
distancia,
una profunda
y callada.
Quizás en
el río
esté
permitido no traer pasado,
abandonar
en la orilla las respuestas.
No hay
verdugos en la humedad:
sólo
cazaríamos lo indispensable
sin que
significara pecado ni desconsuelo.
El jardín,
los camalotes rebeldes
y ninguna
contundente condena.
Ensayé la
huida hace un tiempo
pero
siempre quedaban pedazos
de mí, como
semillas
esperando
la oportunidad de enraizar.
Sigue
cayendo esta lluvia radical
que deja el
aire en relieve
y nos
mantiene prisioneros
de lo que
nunca tendría que haber sido
otra cosa
que un secreto.
© María Laura Coppié
Tremendo poema, Laura!!
ResponderEliminarBesosss
"...como semillas esperando la oportunidad de enraizar
ResponderEliminar..."tan bello🌷
Flora levi
Bello! Se puede seguir cantando "que llueva, que llueva..." si la lluvia despierta poemas así, que la nombren fuera de las palanganas del lugar común. Verónica M M Capellino
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