ANIMALES.
Queridos y
distantes amigos.
Hoy salí al
patio y en un vano de ventana
estaba
ella. Me miró mansa y extrañamente
con sus
ojos profundos. Me quiere o reconoce.
No sé. Algo
de eso, supongo.
Son raros,
extraños, para nosotros.
Por eso los
amamos. Algo saben y callan.
Preguntamos
por ellos y, a veces,
hasta
creemos entender su alma,
esos sueños
tranquilos o agitados
y ese
entusiasmo loco, desmedido.
No habitan
nuestro mundo. Cómo es el suyo,
no lo
sabemos. No existe, para ellos, el pasar.
Todo es ahora
y siempre.
No saben
que se van.
No se
lamentan. Miran y nada más.
Siguen
volviendo siempre
al mismo
lugar, donde los guardamos,
los cuidamos.
© Hugo Echagüe
Gracias, Gustavo!
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