Un hilo de
nueve nudos da vuelta a la cintura del difunto,se reza nueve noches y así puede
el muerto dejar en tierra los ojos y seguir el rumbo del espíritu.
Con un lazo
fuerte de lloqui se ata el cordón de nacimiento que en nueve días cae. El
origen y el final son una misma cuerda.
© Marisa Negri
Muy buen poema de alto contenido esotérico y misterioso. Tus palabras también nos envuelven en un ritual de orfebería. Gracias! Alfredo Lemon
ResponderEliminarInesperado y locuaz. Felicitaciones Marisa!
ResponderEliminarCristian Jesús Gentile