Poema de Daniel Arias
Debajo de
los filos del cielo está mi propia tierra,
aquí, donde
no hay colinas ni ríos ni lagos
o estanques
ni agua donde espejarse,
ofende un
disco rojo al oeste pegado al horizonte,
como una
pared caliente quieto sobre los rostros
el cobre
arde en mareas con fuerza de incendio,
las eternas
partidas y esfumado por insomnio,
encrespado
de alcohol cabalga sobre las pérdidas.
Veo coraje
en los ojos de las pequeñas ciudades
y sobre las
preguntas cosidas con hilo
en los
jóvenes defraudados,
También veo
una fosa detrás de la trinchera
todos los
días junto a palabras comunes,
palabras de
alcantarilla y hornalla,
puertos de
trapo y niebla.
Y más
atrás, lejos en el oeste,
veo sobre
los muelles alineados
brotar
rápido a las hembras como dioses lejanos,
blancos en
el tiempo sobre partos de tristeza,
los navíos
de la desesperación se derriten siempre
y lo he
visto con mis ojos de arena en el plano indecible de la hora
donde a
nadie le importa en que caldera nacerá un asesino,
o que perro
seca el andén de la soledad.
Yo también
he pisado ambos lados de la calle
donde la
prueba fue arrojada en la desolación una mañana,
una bandada
de remolinos dejó el peso del aliento
sobre la
tierra a mis pies,
aquí, donde
no hay colinas ni ríos ni lagos
o estanques
ni agua donde espejarse,
tierra fija
en arcos de sol con solo entradas al desierto.
Ese
instinto pegado hacia adentro,
allí, donde
el sol quemó las sombras,
siempre al
oeste, acantilado de luz sin espejismos,
es una
profecía en la boca de los niños.
© Daniel Arias
Etiquetas: Daniel Arias
1 comentarios:
Hermoso texto que tiene el sabor de las profecías, el lenguaje de la inspiración mística. Increíbles imágenes muy originales. Gracias. Un abrazo. Adriana Dirbi Maggio
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