PAISAJE
INFINITO
valle de
manos vidriosas
cayendo sin
final
sobre mis
ojos
que me
quede al menos eso
para llenar
tanto vacío.
El día es
una cárcel
a la cual
uno, sin remedio, debe regresar
hay en
alguna parte
luciérnagas
de papel
jugando
entre la neblina
pero aquí,
en el rincón más amargo
cada
respiro es un rugido atroz
y corren
las cortinas
para que
entre más oscuridad
pero ya no
tengo espacio
ni la noche
se sienta a esperarme
ni la
muerte me quiere de vuelta
mis
silencios son un látigo
para mí
mismo
y en el
latido mudo
del viejo
secretér
reposa la
última caricia
tan antigua
como el ámbar
con la ropa
del olvido
desarmándome
el pelo.
© Cristian Jesús Gentile
La inteligencia del poema sin descuidar la emoción, como quería Girri. Cargado de sentires y sentido. Además muy justa la ilustración de Gustavo. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
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