Kiki está
ciega.
Mi gata
está ciega.
Ella, tan
poco amable,
tan
chúcara.
Ella, que
pese a su
carácter,
durante una época
muy triste
de mi vida
se sentó en
mi cama y prendió
el motor
para curar mi angustia.
Ella,
ahora, se choca con los muebles,
se enoja,
le duelen
los huesos, además,
y pide amor
y caricias
porque se
siente sola.
Entonces
maúlla despacito,
se acerca y
yo le acaricio la cabeza,
el lomo,
y siento su
pelo, antes suavísimo, ahora
arisco.
Kiki está
ciega.
Pide amor.
Pide amor
dignamente.
Yo no sé si
ella sabe que la amo.
Que me
produce una gran ternura y se me
acogota la
garganta.
Y viéndola
moverse, como puede,
pidiendo
amor, me pregunto
quién está
ciego.
© Alicia Márquez
Devolverle cuánto nos da. No hay ceguera, para quien desea ver...
ResponderEliminarElla sabe seguro que sabe. Abrazo.
ResponderEliminarflora levi
Gran carga de ternura tu poema Ali. Un disfrute. Gracias.
ResponderEliminarAndrea
has logrado que a pesar de la distancia entre la mujer y la gata, pergeñar una personalidad para cada una que llega al concepto de prójimo. Enternecedor sin lágrimas. Tengo una página " el gato y sus poetas" y quiero que esté allí, si es posible con fotos.Besos y buen 2020 Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarcomo algunos otros de los poemas tuyos, logras fundir seres contrapuestos y lugras romper el muro entre ellos, poemas a los gatos tiene cada poeta un par, pero tù te llevas las palmas con este, en que haces sentir la hondura de la relaciòn que tejemos a veces con nuestras mascotas.
ResponderEliminarmuy muy bueno.
Gracias
W.M.