ZAHIR
Acaso el
Zahir esté en la mano abierta del niño, en el último estertor de la noche sola,
difuminado en sed, en fiebre. Sea moneda de luz, última paga tácita, ignota,
novísima, desaparecida. El Zahir: la revelación de la sombra, el perfume que
anida todas las cosas. Un soplo ajado lo busca ciego, lo sabe boca, ojo de los
números; una rareza necesaria a la vera de la muerte.
© Clarisa Ollivier
...y de cada resurrección. Gran texto. Muchas gracias, Clarisa
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