Los objetos
se ven como una línea de circunvalación.
Se despeja
la tarde ante mis ojos
al paisaje
se agrega una mujer caminado con su perro
no me
reconoce y la esquivo.
Acomoda su ropa mustia
cruza la
calle con sus zapatitos de huérfana.
Los
desquiciados no tienen pudor
pasan invisibles
con su áspero silencio en el alboroto de la multitud.
Con sus
ojos ajenos se pierde en otro tiempo
la
dulce bailarina de pelo rubio.
© Nora Alicia Perusin
Saludos, Nora, leyendo tu poema, gracias
ResponderEliminarCata Boccardo