PARÍS
Al
regresar,
heridos de
una lucha no planificada con el cuerpo,
descubrimos Setiembre.
No en la
flores
ni en el
viento dulce de las mañanas nuevas.
Fue en la
mirada de la niña
enamorada
de su árbol, de los brotes aguja
de las
imaginadas hojas,
transparentes, como mariposas´´ blancas rubias´´ en el aire,
´´cristalino
verdes´´, como el color de sus ojos.
El confort
de la estación de la luz,
la alegría
pequeña de sus manos apenas tocando las hojas por nacer,
traían el demorado alivio.
París
estaba lejos, y tal vez
no volvería
a escribirle un poema.
© Marta Comelli
Muy bueno amiga. Gracias. Griselda Rulfo
ResponderEliminar