A veces me
parezco al Cristo crucificado
cuando
duermo boca arriba
y coloco un
pie sobre el otro
cuando bajo
la cabeza
porque me
dejé callar
y sangra la
falta de amor en mí
mi corona
de espinas.
Me rebelo
ante mí
primero
luego al resto.
No se salvó
ni el hijo de Dios
tampoco nos
salvaremos nosotros
de nuestra
propia cruz.
Somos
cristos crucificados
en el hacer
de la vida.
© Claudia Molina
Mucha verdad en el decir!!
ResponderEliminarFuerte. Muy bueno.
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