Amaina el
temor, la tormenta sigue
sobre este
techo de chapa
que en sus
temblores
atiende a
otras tormentas
y en la
vecindad de sonidos
que la
naturaleza presta
una música
incordiosa
trepida
entre los árboles,
el farolito
del frente
danza su
furia apagada
contra el
muelle
y al mirar
por la ventanita del baño
que da al
monte inmenso
digo
¡ah, la infancia plena!
y vuelve
aquella
travesía
a mis doce
de Tucumán
a Salta
mi padre
manejando seguro
por diez
horas
el Falcon
celeste deslumbrante
nos decía
Están
sacando fotos
Y la risa
de todos
para que el
miedo amaine.
© Juan Fernando García
un fogonazo de ternura tu escrito! me encantó. susana zazzetti.
ResponderEliminarCoincido con la lúcida mirada de Susana Zazzetti. Tu poema nos remonta necesariamente a los recuerdos de infancia, que como una mochila existencial siempre cargamos, cargaremos, sobre nuestras espaldas. Qué bueno poder hacerla poesía. Además muy justa la imagen de Gustavo ilustrando con un Falcon azul! Me llegó mucho! Tal vez porque mi padre también manejaba un Falcon Blanco. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
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