Hay un
viento norte que sopla
desde vaya
uno a saber
qué vieja
dolencia del alma.
Adentro de
mi cabeza, sopla y conmueve.
Se va la
tarde, y no sé porque razón
todavía no
he llorado.
Me parece
que, es cosa de niñas miedosas
y tengo
hace tiempo, una pose de enferma
terminal
de vieja
sabia con paciencia
de sola y
loca, pero buena.
Afuera, hay
un viento, que no me ha dejado salir
se ensucia
mi pelo con arena
mis zapatos
quedan llenos de polvo
y en la
ciudad, la gente anda de compras
entra y
salen de los locales, y ni te miran.
Es una
noche triste, la mía
ya no puedo
llamar por teléfono a nadie
para
tirarme en la cama y reír mientras
corren los
minutos y crece mi cuenta.
Hay un
viento norte que viene a anunciarme
que estoy
sola y sin nadie
que sigo
aquí, conservando los pocos puntos
que me
quedan, firme en la mesa
como una
niña malcriada.
© Alejandra Bosch
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