DESPUÉS DE LA GRAN SEQUÍA MISÉNICA
Ahora que las palabras fueron
vaciadas de sentido, ¿has de creerme
si te cuento que vi morir a los hombres
a orillas del Jordán?
¿Qué detrás de las banderas levantadas,
todavía hay polvo, sangre seca,
sobre esos cuerpos derrotados?
Los higos saben dulces más allá de las
muertes,
y aún se tallan corazones en nombre del
amor en los olivos,
pero vienen los bulldózers,
sus cuchillas gigantes,
obligándolos a dejar las tierras,
la agricultura heredada de los cananeos.
En las forestaciones de las colinas,
en las laderas de las montañas se asientan
sus enemigos,
ya ni el derecho a las aguas de su río les
permiten,
la lluvia es la escasa fuente que ha de
besarles
la boca y sus sembrados.
Dicen que mientras haya aceitunas,
los campesinos serán invencibles,
por eso los invasores descargan su ira
contra los árboles.
No se pueden imaginar, estos hombres,
sin la tierra y su especial modo de vida.
Hace miles de años,
después de la Gran Sequía Micénica,
los antepasados formaron una unión
simbiótica
con el olivo, los viñedos, el asno,
las pequeñas vertientes de las montañas
y sus altares en las cumbres.
Quieren destruirla, que se pierdan sus
raíces,
que esos hombres se estrellen
contra la roca de la historia.
Pero, me pregunto, cómo hacer la
advertencia,
denunciar el crimen, o detener al imperio,
si ya estrellaron las palabras,
las vaciaron de sentido.
© Patricio Emilio
Torne
Torrencial: el sentimiento dispara metáforas que buscan medirse con la emcoión profunda. Siempre conmueves, Patricio! Saludo afectuoso! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarConmovedor testimonio de lo que está sucediendo en Oriente Medio.Sí, "estrellaron las palabras, las vaciaron de sentido" con tanto whatsapp, con tanto
ResponderEliminartwit...