INFANCIA
A mi madre, Mercedes
Yo nunca tuve nada, pero tuve el río,
la arena caliente debajo de mis pies,
la risa rebotando en los cerros azules y
lejanos
como un eco ahogado por los recuerdos,
la infancia esfumándose con el sol de la
tarde.
A pesar de todo, tuve los ojos
pensativos de mi madre
mientras sacaba algún pez a la superficie,
y mi hermano y yo saltando de alegría,
rodeándola, festejando su suerte:
dos niños pescando ilusiones
que nunca más serían las mismas,
pero sabiendo que la felicidad dura para
siempre
en ese pequeño trayecto
camino de nuestra casa hasta el río.
© Aníbal Costilla
¡Cuanta riqueza!
ResponderEliminar¡Muchas gracias, María! Abrazo. Aníbal Costilla
ResponderEliminarSiempre volvemos a la infancia, a nuestros mejores recuerdos! Las pulcras pinceladas de tu poema nos la retorna como un susurro, una armonía delicada. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura y tu amable comentario, Alfredo. Abrazo.
ResponderEliminarAníbal