MAQUENEIDA
“Por todas partes lamentos y horror; por
todas partes la muerte, bajo innumerables formas”.
Virgilio.
La única salvación de los vencidos es no
pretender salvarse, dice Virgilio que gritó Eneas, mientras los civilizados
griegos incendiaban su ciudad, horadando como ratas asquerosas la sangre de los
templos / las imágenes / los cuerpos calcinados.
La única salvación de los vencidos es no
pretender salvarse, leo ahora en Virgilio que una vez gritó Eneas, en medio del
incendio en el que esta caída comenzó.
Afuera, el frío quema.
Y en la puerta cerrada de un macdonal, tres
pequeños comparten los restos / de los restos / del almuerzo de otros niños,
que acaban de salir en brazos de sus padres.
Entre la sangre seca de las calles / las
imágenes / los abrigos
los demás apuramos civilizadamente el paso,
como ratas.
Desgajándose de las paredes, los salvadores
de hace cuatro años se confunden todavía con los salvadores de hoy. A veces,
incluso, son los mismos.
La única salvación de los vencidos es no
pretender salvarse solos, pienso, siguiendo los silencios de Virgilio.
Y sin alzar la vista puedo sentir a Ronal /
que como un mudo Eneas que sonríe / me invita, incandescente, a la felicidad.
© Osvaldo Burgos
ResponderEliminarNunca más exacto: "La única salvación de los vencidos es no pretender salvarse solos."
Es así y no hay más vueltas.
Gracias por este enorme y filosófico poema.
Un abrazo,
Alicia Márquez