Seguimos en el jardín como si no hiciera
frío.
Date cuenta: tenemos las manos inmóviles.
¿Cómo es posible que ningún insecto
haya devorado los pétalos rojos?
¿Qué les mitigó el hambre posterior a la
lluvia?
Hay hombres y mujeres que siguen
de cerca a las hormigas, y aun así
no pueden impedir una catástrofe.
¿Qué espíritu protege lo que cae?
Hace años que estamos aquí.
Hace años que estamos de rodillas
de frente a la belleza.
La rosa quebrada que miramos
no puede estar durando tanto.
© Valeria Pariso
Hermoso poema, con frases contundentes que disparan reflexiones múltiples. Preguntas que sacuden el espíritu donde sólo la belleza de tus palabras y tus imágenes, pueden arriesgar una respuesta.
ResponderEliminarGracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
Me deja pensando, esa contemplación e incertidumbre. Gracias!
ResponderEliminar¿La poesía es lo que cae y sin embargo, dura? nuestras manos inmóviles, detenidas en el frío que inhibe y conserva. Todo a la vez.
ResponderEliminarY nosotros, pétalos de la rosa quebrada, salvados de los insectos por la sola adoración de la belleza.
Te quiero, Vale.