Ariadna y la furia
Amanecí en este laberinto
sin pretenderlo. Sólo fui obediente
a un camino que presumía claro.
Fue larga la noche. Ni siquiera
me atrevo a negar que he disfrutado.
También.
Tan sólo al rozar el espejo
de soslayo y con deshonra
he descubierto el hilo trágico y delgado
que me arrastra hacia la luz
y la memoria.
© Raúl Alonso
Nos duele suceder.
ResponderEliminarMuy bueno!Me gusto.
ResponderEliminarPatricia Corrales
Un poema muy logrado.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Romano.