me desperté
nueve y media de la mañana
sobresaltado como un perro o un gato
en su rincón
al
final de una pesadilla
mi despertador no había sonado
y era terrible
estaba
llegando tarde
tarde de verdad
así que me puse lo primero que encontré
agarré
mi mochila y salí corriendo
y en la puerta de mi casa
con la calle desierta y
el cielo gris
un segundo antes de parar un taxi
me di cuenta de que era domingo
y los domingos
los monitores están
apagados
el ascensor permanece inmóvil
en planta baja
ningún teléfono suena
ningún expediente
espera su pronto despacho
es domingo y no hay para mí
un
lugar a dónde llegar
© Patricio Foglia
Buenísima reflexión en tu poema Patricio!
ResponderEliminarAh!! los domingos ...cuando el ser siente con bravura todo el peso existencial! Alfredo Lemon desde Córdoba