Así ha sido
toda la vida
así es
ahora
un día
arrojado para voltear a un hombre
y a ti sólo
para despeinarte
Luces un
espléndido rasguño sobre el rostro
Otro luce
un corazón de hierro
Una bondad
ortopédica
un tubo de
oxigeno,
un ojo de
vidrio, la calvicie de una peste
el áspero
talón de quien anda por el monte
el cayo de
la música
el titilar
de un párpado vencido por la máquina febril
la espalda
tirante de cargar lo contrario
o tan sólo
el moretón
que
descubres vistiéndote
y cuyo
golpe desconoces
Pero hay
quienes no lucen nada
Ni
curvatura en la sombra
ni polvo
entre los dientes
ni cabellos
que se parten al mínimo roce.
Ellos
exprimen la fruta sin volcar una gota
Hacen el
amor ciñendo los cuerpos
Exigen
castigo con la mano del delito
Andan
pálidos, súbitos, a sangre fría
Sin prender
ningún fuego, sin sonido de motor, sin sudor,
muertos de
quietud, de escepticismo.
© Laura García Del Castaño
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