Fue un
tsunami la plegaria
que – como
alarido –
brotó de
mil bocas.
Se repatrió
entre
bosques
y laderas.
Un eco
disimulado
en las
capillas.
Un tambor
desde donde
nace
el llamado
de la sangre.
Rodó como paja brava
entre las
eras.
Bendijo los
atardeceres
en todos
los linderos,
de tierra
en tierra.
© Griselda Rulfo
Y, cómo me gusta leerte!!
ResponderEliminarBesosss
ResponderEliminarMe gustó mucho este final. Bien Gri!
Lily Chavez
Siempre con fuerza tu poesía Griselda. Tu potencia emerge alto, más alto !! Saludo afectuoso, Alfredo Lemon
ResponderEliminar